13 de diciembre de 2009

Si Muero Antes Que Tú... Capítulo V


Capítulo 5: El instante divino


Cuando llegué a mi casa ya eran pasadas las 6… Edward se había portado cómo se esperaba, como todo un caballero. Me llevó hasta la puerta de mi casa, luego de asegurarse que le prometiera más o menos 20 veces que iba a estar bien, y que iba a intentar descansar. Yo tuve que prometer que así lo haría pero verdaderamente, no sabía si iba a poder lograrlo. Esa noche había sido muy movilizadora, llena de contradictorias emociones encontradas. El clima que Edward había creado, había hecho que entrara en confianza rápidamente y que me sintiera tan a gusto que quisiera seguir allí eternamente, a pesar de la tristeza que me invadía al abrir mi corazón de esa forma. Ni con Alice, ni con Rose había afrontado el dolor de la pérdida de mi madre. No quería que nadie me viera débil, ni que tuvieran que esforzarse por hacerme sentir bien.


Pero Edward con su sola presencia me había hechizado, dejándome tan tranquila y confiada que podría haberle confesado todos mis secretos…


Me había dejado con el Alma al Descubierto…


Cuando abrí la puerta de la entrada de mi casa, y lo saludé con la mano cuando ya se alejaba en su auto (a toda velocidad, por supuesto), noté una presencia importante detrás mío. Mi padre. Bah, si es que así podía llamarlo.


-No sabía que iba a terminar tan tarde aquel “recital”.


-Ehh, sí, había mucha gente, entonces los chicos de la banda tocaron casi todo su repertorio, creí que nunca acabaría- Mentiras, siempre mentiras!.


-Claro…debe haber sido un martirio para ti- si de verdad supiera que así había sido- y por qué traes esa ropa, tan…mmm…masculina?


Ahora sí estaba en problemas, no porque me interesara, pero él tenía poder sobre mí, por ahora:

- Eh, es de Emmet, uno de los dueños del bar que es novio de Rose…porque me ensuciaron en el boliche, unos borrachos chiquillos, fue horrible. Y bueno, Em me prestó uno de sus pantalones…Bueno, Charly, tengo que irme a dormir…Si me permites…- antes de que contestara ya me estaba yendo fugazmente hacia el único lugar de esa casa en el que sentía un poco de propiedad.


-Si, adelante señorita…sólo quería avisarte que te llamó tu amiga…Rose?...-mi cara cambió de color, mientras escuchaba y me quedé dura en medio de la escalera- Eh…me dijo que quería hablar contigo, pero bueno, yo le dije que estabas en el recital, y que tenía entendido que ibas con ella…no?


-Sí, ella fue conmigo…-eso fue todo lo que pude y quise contestarle…- qué me quieres decir?...


-No, es que sólo me sorprendió que quisiera hablar contigo por teléfono, si te tenía a unos metros en el bar…Pero bueno, tú sabrás…Sólo quiero que tengas en claro algo- y mientras decía estas últimas palabras, se acercó a mí lo más que pudo- que en mi casa, y mientras que seas menor de edad, mando yo. Ahora sí puedes irte…


Violeta de bronca, subí los escalones de a dos, y al entrar en mi pieza di aquel portazo que tan bien me hacía siempre. Grrrr!!!...por qué esta prepotencia???...si apenas me conoce, por qué de repente le importo tanto???...Debe ser que piensa que soy igual que mi madre y cree que va a poder moldearme como quiera…Pero no, para mí es un completo extraño desde el día que dejó todo lo que tenía por su trabajo, desde el día que se olvidó de su mujer y de su hija. Sólo me iba a ver estos meses que me quedaban para cumplir los tan ansiados 18 años…y ahí ya no me vería más…nunca más…


Pero aún quedaba lo peor…estos meses que faltaban…


Me tiré en la cama, y decidí intentar dormir…había sido un día larguísimo…y todo había cambiado en las últimas horas…No me sentía sola…era una extraña sensación y bastante incoherente, pero a partir de esta noche, sentía que el recuerdo de la escena más sincera de mi vida, me acompañaría para toda la vida…Edward y yo, frente con frente, jugando a ser amigos. Aunque no lo viera nunca más…aunque no lo tuviera nunca más al lado mío, ni pudiera sentir su olor, su calor y su contacto…lo sentiría a mi lado.


Porque uno está donde más lo extrañan…


Cuando me desperté al otro día, me inundó una sensación de plenitud, que ya había creido olvidar…Me sentía esperanzada, queriendo hacer cosas, como de repente salir a correr…Si, aunque no era una gran deportista, era algo que mi madre solía hacer, y bueno, siempre me daba pena que fuera sola, por lo tanto, de vez en cuando la acompañaba…Asique, me vestí con una musculosa y los primeros joggings que encontré, me calcé unos tenis, tomé mi iPod, y bajé a la cocina. No había nadie, asique me apresuré por tomar un breve desayuno que consistía en una banana y un poco de leche, y cuando ya estaba por el último mordisco, salí.


Me dirigí a la playa, ya que no quedaba tan lejos y podía moverme sin tener que usar mi auto. Miré el cielo y noté que estaba nublado, un poco húmedo todo, pero sin embargo, algo me decía que no iba a llover. Mientras caminaba, iba escuchando mi música con el volumen a todo lo que daba para no tener que pensar en nada más. Pero siempre se aparecía una figura. Demasiado bella para mi gusto. Aquel rostro, los ojos verdes, esa sonrisa torcida, y luego esos ojos tristes. Para intentar quitarlo de mi mente, comencé a trotar antes de llegar a la playa, a ver si de esa manera engañaba a mi cuerpo, y comenzaba a pensar en otra cosa, o sólo lo cansaba como para no lograr pensar más. Al llegar a destino, me acerqué lo más que pude al mar, y toqué el agua. Lo que siempre hacía desde niña. Estaba más cálida que de costumbre, por lo que imaginé que quizás si podía llegar a llover. Maldita sea, otra vez llegar mojada a casa. Este clima ya me atormentaba!!!...


Comencé a correr…sentía el viento en la cara, velocidad, adrenalina. Un combo apasionante que tranquiliza a cualquiera. Por mi mente pasaban recuerdos de todo tipo…pero en la mayoría, sólo dos personas…mi madre y yo…cocinando, riendo, jugando con nuestros perros, corriendo por la playa, abrazándonos cuando yo lloraba por alguna broma del colegio, queriendo despejarnos y bailando por todo el living, de una manera descontrolada…


Esa era mi mamá, la que tenía todo el brillo, toda la fuerza, toda la luz…que ironía que se apagara tan rápido…sin siquiera poder luchar…


De vez en cuando, aparecían otras imágenes…Mis abuelos…Ellos eran las otras dos personas que más me amaban y más me conocían, a pesar de ser los padres de Charly. Ellos conocían a mi madre desde niña, y sentían algo muy grande hacia ella, por eso, estaban siempre en contacto con nosotras, y nos invitaban a pasar los veranos y algunos fines de semana con ellos, pero por las distancias no los podíamos ver tan seguido. Yo siempre asistía en los veranos, porque simplemente podía relajarme y sentirme segura a su lado. Era en el único momento que no me importara si era Forks, Phoenix o África, sólo importaba estar con ellos. Eran muy distintos a mi padre, eran compasivos, y serviciales, y siempre querían estar cerca de mí.


Gracias a ellos conocí a mis amigas de toda la vida. Rose y Alice vivían en la misma cuadra que mis abuelos en Forks. Cuando fui el primer verano a pasarlo con ellos, cuando yo tendría unos 6 años, las conocí. Yo salía de la casa con mi abuela, íbamos a comprar al mercado, cuando una pelota me pegó en la cabeza. Nunca sentí una sorpresa tan brusca como esa. Mi abuela me miró preocupada y me preguntó si estaba bien. De repente, se acercaron dos niñas corriendo: una de pelo largo y dorado como el sol, la otra de pelo oscuro y corto que era un poco más alta que la otra. Mi abuela las llamó Rose y Alice. Al rato me enteré que iban a ser mis vecinas todo ese verano, y los otros quizás también. Asique entre risas y disculpas, comenzamos nuestros lazos, que superarían las distancias y que se harían más fuertes con el tiempo. Desde aquel verano fuimos 3 hermanas, nos mantuvimos en contacto diariamente y esperábamos los veranos para divertirnos juntas. Y ahora, las circunstancias hacían que me uniera más a ellas. Por eso me convencí de venir aquí a pesar de la mala relación con mi padre.


Ya me estaban doliendo las piernas, cuando decidí para un poco a descansar…Comencé a bajar el ritmo, y me recosté en la arena boca abajo a mirar el mar. Mis abuelos. Cómo los extrañaba. A quién no extrañaba?...Evidentemente mi carga emocional no venía muy bien en esta época. Navidad. Quizás la época más linda y más triste del año. La que todo el mundo espera, pero que luego no puede afrontar. Mientras pensaba todo esto, me giré y quedé de espaldas a la arena con los ojos cerrados. Luego de unos instantes, sentí que se había nublado, ya que el calor no incendiaba mi cara, como hacía instantes lo podía sentir. Cuando ya me resignaba a tener que levantarme rápidamente al sentir las primeras gotas de lluvia, escuché:


-Caramba, que tonto fui al creer que la marea había dejado una sirenita desamparada…-esa voz me parecía conocida, pero no podía ser, no, era demasiado ya…-creí eso hasta que divisé estos horribles joggings, que por cierto, me parecen un tanto conocidos…jaja…


Ahora sí, no me quedó otra alternativa que creer lo que estaba pensando…Era él, nuevamente, se había cruzado conmigo, y nuevamente había logrado que cambiara mi humor…


-Bella, no vas a mirarme?...-él seguía sobre mí, imagino que acuclillado. Qué más quisiera yo que mirarte??...Bella!!!...aleja esos pensamientos…y prepárate para respirar conscientemente una vez más…


-Mmmm…en verdad, no creo poder mantener una segunda conversación con un extraño que en lugar de saludarme, critica mi vestimenta…No, no, definitivamente prefiero no mirarlo…-me sonreí al final de la frase…De veras me ponía de excelente humor.


-AHH!! creía que era MI vestimenta…pero bueno muchachita, tú te lo pierdes…Ojos como éstos no se encuentran en todo momento…-sentí como se sonreía torcidamente y atinaba a alejarse. Por desesperación, por angustia, o simplemente por tonta, levanté rápidamente las piernas para poder levantarme, y el destino hizo una mala jugada…De repente, sentí un golpe seco en el vientre, y su peso sobre mí.


Al abrir los ojos lentamente, y sentir su respiración en mi cuello, no sabía qué pensar. Mis párpados se levantaron para dejarme ver su bello rostro, comenzando por su mentón y llegando a sus ojos…Él me miraba fijamente, y creo que también parecía avergonzado…Su piel contactaba la mía, sus piernas me rozaban, y sus brazos descansaban a mis costados. Me detuve a olerlo, a escuchar su agitación, a observar sus rasgos que ahora tenía tan cerca. Desde un principio me había encantado todo de él. Pero no creía que así deberían ser las cosas. No tan rápido. Porque sabía que me iba a doler cuando terminara todo tan pronto. Y lo que empieza rápido, termina de igual manera. Él creía lo mismo seguramente, porque no se quería acercar más. Se notaba que su cuerpo se lo pedía a gritos, pero él lo frenaba a más no poder. Entonces, en un descuido de mi mente, mi cuerpo reaccionó de manera involuntaria, y dejó correr un escalofrío. El hormigueo que empezó en mi pecho, descendió por todo mi cuerpo. La adrenalina me consumía, y no me dejaba pensar. Me acerqué un poco más instintivamente, sólo instintivamente.


El detonador.


Él terminó el recorrido que faltaba para llegar a mi rostro. Me besó una mejilla. Pasó por sobre mi boca para llegar a la otra, y también la besó. Y al pasar nuevamente por mi boca, apenas se detuvo un microsegundo, pero bastante para que mi cuerpo, y por qué no también mi mente, respondieran. Sujeté su rostro con mis manos y lo acerqué hasta que chocara con mis labios.


El instante fue mágico. El contacto divino nos hizo estremecer. Pero sólo fue eso, un instante. Un instante, en el que el cielo y la tierra se congeniaron para que no prosiguiéramos. Gotas y más gotas. Maldito Forks!...


Ya me estaba levantando, cuando una reacción en él me sorprendió gratamente. Me miró, me tomó de la nuca, y esta vez fue él el que acercó sus labios a los míos. Los suyos comenzaron a jugar con los míos, queriéndolos convencer de que esto era lo correcto, queriéndoles enseñar qué se debía hacer, confundiéndolos tanto que no supieran donde arrancaban ellos ni donde terminaban los de él.


Me hizo partícipe de su boca, y me inundó de su aroma.


Mientras la lluvia nos envolvía y el mar amenazaba con avanzar y llevarnos, nosotros permanecíamos semi-sentados dejándonos llevar por nuestros impulsos. De repente, alejó apenas sus labios. Yo creía que iba a morir, y permanecí con los ojos cerrados: -Bella…


Yo sólo contesté con un gemido…


-Imaginé que te enseñarían que no se debe hablar con extraños, pero nunca creí que pensarías que besarlos sí estaría bien…-culminó con su sonrisa torcida, y un par de carcajadas…


Yo sólo me sonreí y lo miré a los ojos para decirle:


-No he roto ninguna regla…Nunca dije que hablaría…


Me sonrío de lado a lado, y su mirada se iluminó...Una bellísima imagen que nunca olvidaría…